Desde que nacemos, el sexo biológico que traemos define la forma en que seremos criados: como hombres o como mujeres.
GÉNERO son aquellas características de la forma de ser de hombres y de mujeres, en determinada sociedad, las cuales han sido aprendidas a través de la educación en la familia, la escuela, la iglesia, los medios de comunicación y todas las demás instituciones sociales que nos transmiten la cultura.
SEXO son las características físicas y biológicas de los hombres y de las mujeres.
Se nos enseña lo masculino y lo femenino, se nos coloca en la ruta para asimilar esas características permitidas e ignorar (desear o repudiar) las prohibidas y asumir así un género femenino o un género masculino.
Al hombre se relaciona con conceptos como trabajadores, deportistas, autoritarios, valientes, agresivos, seguros, protectores, racionales, activos, fuertes e inteligentes, entre otros. Por lo contrario a las mujeres pensamos en seres abnegadas, dóciles, indefensas, domésticas, inseguras, emotivas, pasivas, débiles y torpes, entre otros.
La sociedad espera que cumplamos está lleno de mitos y estereotipos creados por el proceso de socialización que obligan a los seres humanos a luchar toda su vida por ser eso que se espera de ellos. Si nos separamos del modelo esperado, nos ataca la frustración, la culpa y la sociedad nos cobra esa falta.
Se va construyendo la identidad de género desde que nacemos y conforme vamos creciendo se afianza en nuestra forma de ser tan fuertemente que llegamos a creer que es natural, que nacimos con ella, que es el instinto el que nos mueve a actuar de tal o cual manera. Este aprendizaje del género, se realiza a través de diversas instancias sociales. Se inicia en la familia, ahí donde nos transmiten tradiciones y costumbres, donde aprendemos a relacionarnos con las personas, donde aprendemos a ser hermanas (os), hijas (os), padres o madres. En la escuela se nos refuerza lo aprendido en la familia, lo que debemos hacer y lo que no, a lo que debemos aspirar, a lo que podemos llegar. Los textos escolares con los cuales hemos aprendido a leer y escribir todas las personas hasta el día de hoy, contienen imágenes, frases, dibujos, conceptos que aluden a roles desiguales entre hombres y mujeres. Hay numerosos estudios en todo el mundo acerca de la influencia determinante que tienen estos textos en la identidad de las personas. En la iglesia, (cualquiera sea la religión) también se nos inculca lo bueno y lo malo para cada género, el pecado y las acciones premiadas. Y además, son estructuras jerárquicas en su funcionamiento. Y, por supuesto, todos los medios de comunicación como la televisión, la radio, los periódicos y las fiestas tradicionales, todo nos acomoda en un lugar definido para hombres y para mujeres. A las mujeres se les cosifica con mucha frecuencia en la publicidad. Hemos visto que a la par de unas llantas para el auto parece una linda muchacha mostrándonos sus piernas y una bella sonrisa. También en este tema existen estudios que nos muestran lo denigrante que puede ser la utilización de imágenes femeninas en la propaganda.
La violencia doméstica es una expresión de ese desequilibrio de poder entre hombres y mujeres que en las familias y particularmente en las relaciones de pareja se expresan muy bien las desigualdades de poder entre hombres y mujeres. Este tipo de problema esta arraigado en las bases mismas de la socialización de los seres humanos, de nuestra construcción como hombres y como mujeres.
El género al ser una adquisición cultural, que lleva implícitas relaciones de discriminación y desigualdad, también es asunto y responsabilidad de todos los seres humanos, los cambios que podamos promover. La importancia de conocer y analizar la realidad que nos circunda con una óptica de género, es un asunto económico y político, puesto que el mundo de hoy exige la participación amplia y consciente de todas las personas, sin importar su sexo.